Soy un mago

Todo mi trabajo escrito descansa sobre tres premisas. Una de ellas es que no son los grandes acontecimientos los únicos que perfilan nuestro destino, nuestro camino. Somos lo que somos en cada paso que damos. Y nuestra manera de caminar dice algo sobre nosotros. Cada hecho cotidiano y pequeño marca nuestro rumbo. Por eso me gusta abordar el tarot y el esoterismo desde muy diferentes perspectivas. En todo ello está incluida, cómo no, la cocina.

El mago puede ser un gran chef, que lo es, pero su máxima cualidad es la de jugar con los alimentos. Él se lo pasa estupendamente mientras cocina y prepara la mesa. Normalmente necesita un destinatario a quien sorprender porque necesita compartir la creación. Tendrá en cuenta todo: los colores, las formas, los aromas, lo que sabe de sus invitados. Y a lo mejor no tendrá casi nada, nada de juegos de platos, nada de muchos y diferentes manteles, pocos alimentos básicos...

No se trata de un anfitrión al estilo tradicional que estará pensando un menú durante días y buscará que todo sea perfecto como en e mejor de los restaurantes o en la más innovadora revista de gastronomía. El mago es muy particular y sabe, sobretodo sabe, imprimir su personalidad a lo que hace sin apabullar a quienes le rodean. El mago sabe cómo hacer para que todos disfrutemos inocentemente y juntos, con él nadie queda excluido. El camino con el Mago está lleno de maravillosas posibilidades.

Abre el friigorífico. Inspecciona tu cocina. ¿Qué tienes? Son los colores con los que pintarás tu sabroso cuadro de hoy.

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