El destino y las historias de las Fátimas III

Y puesto que en aquel entonces en China no existía nadie que pudiera hacer tiendas, todo el mundo esperaba el cumplimiento de aquella predicción con la más vivida expectativa. A fin de estar seguros de que esta extranjera, al llegar, no pasara inadvertida, los sucesivos emperadores de China solían mandar heraldos una vez por año a todas las ciudades y a todas las aldeas del país, pidiendo que cada mujer extranjera fuera llevada ante la Corte.

Fue justamente en una de esas ocasiones cuando Fátima, agotada, llegó a una ciudad costera de China. La gente del lugar habló con ella por medio de un intérprete, explicándole que tenia que ir a ver al emperador.

-Señora-dijo el emperador cuando Fátima fue llevada ante él-, ¿sabéis
fabricar una tienda?

-Creo que si-dijo Fátima.

Pidió sogas, pero no las había. De modo que, recordando sus tiempos de hilandera, recogió lino y fabricó las cuerdas. Luego pidió una tela fuerte,pero los chinos no tenían la clase de tela que ella necesitaba. Entonces, utilizando su experiencia con los tejedores de Alejandría, fabricó una tela resistente para hacer tiendas. Luego vio que necesitaba los palos para la tienda, pero no existían en el país. Y Fátima, recordando cómo había sido enseñada por el fabricante de mástiles en Estambul, hábilmente hizo unos sólidos palos. Cuando estos estuvieron listos, se devanó los sesos tratando de recordar todas las tiendas que había visto en sus viajes; y he aquí que una tienda fue construida.

Cuando esta maravilla fue mostrada al emperador de China, él le ofreció a Fátima dar cabal cumplimiento a cualquier deseo que ella expresara.

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