La cocina del tarot: La Papisa II

Mermelada de pasiones sublimadas

Esta entrega es un poco larga. Se debe a que creo que es mejor no cortarla en más de una parte, como suelo hacer. :-)

Vamos a necesitar fruta, aunque también se puede utilizar tomate, zanahoria, calabaza o calabacín. Una manzana rallada no puede faltar ya que su pectina es lo que nos permitirá unirlo todo utilizando poco azúcar. Además una cucharadita de café o dos de zumo de limón que a su vez fuerza a la fruta a soltar su pectina Y una pizca de sal para intensificar el sabor, media pizca de bicarbonato que nos ayudará a potenciar los tonos y que el color sea brillante. Para el azúcar calcularemos la cuarta parte de la medida de fruta.

Antes de ponernos manos a la obra, organicémonos bien, porque luego no miraremos la receta para nada. No se trata de memorizar, en absoluto, sino de integrar la receta a nuestra manera de pensar, entender la receta, la función de cada ingrediente y hacerla nuestra hasta poder realizarla con los ojos prácticamente cerrados. Al igual que La Papisa, no nos hará falta consultar el libro. Para conseguirlo necesitamos transformar la receta en experiencia. Empecemos, como veníamos diciendo, por organizarnos. Hagamos una lista de los ingredientes:

  • Fruta o tomate/zanahoria/calabaza/calabacín
  • Una manzana para un quilo de fruta, media para medio quilo o un cuarto para 250 gr, se ha de mantener siempre esta proporción. La manzana puede ser verde si nos interesa acentuar la acidez o roja si necesitamos más dulzura.
  • Zumo de limón
  • Una pizca de sal
  • Media pizca de bicarbonato
  • Azúcar, la cuarta parte de la medida de la fruta
  • Además necesitamos una olla y una cuchara de madera.

Vamos a abandonar la receta culinaria por unos momentos. Y vamos a concentrarnos en nuestro momento actual, ése que requiere la ayuda de La Papisa. Identifiquemos lo momento que estamos viviendo. Supongamos que es el estrés en la pareja. Simplemente no llegamos a todo. Discutimos día sí y día no. Hemos intentado diferentes cosas, pero seguimos anclados. Y cuando traspasamos la puerta de casa, las tensiones acumuladas tampoco nos ayudan. Nos queremos pero la situación no es nada amorosa.

Hagamos un listado de los factores que creemos que inciden en la situación. ¿Es el trabajo o la falta de él? ¿Hay culpabilidad? ¿Se trata de celos o de abandono? Hay dificultades, sin lugar a dudas, y aunque suene obvio hay que apuntarlas. Considerémoslo todo.

Ahora nos encontramos con dos listas: la de los ingredientes y la de los factores que forman nuestra situación problemática. A continuación vamos a relacionarlos. ¿Por qué? Pues precisamente debido a que La Papisa resuelve las cuestiones mediante analogías, estableciendo conexiones, haciendo relaciones, por consonancia y afinidad entre elementos que aparentemente nada tiene que ver.

¿Qué fruta o verdura puede simbolizar el ingrediente más importante de lo que nos está pasando? Quizás sea un fruto de color rojo, rojo fuerte y pasional. Talvez sea como una piña con pinchos por fuera y dulce por dentro, pero que nos deja fibra entre los dientes. O a lo mejor, sensual como un higo. Puede que sintamos que nos están dando calabazas a nuestras esperanzas y sentimientos más profundos. Puede que todo se reduzca a la fuerza del plátano. ¿Y en qué consistirían las cucharaditas de zumo de limón que produce que el ingrediente principal suelte algo pegajoso durante la cocción? ¿Son los celos nuestra media pizca de bicarbonato que lo hace parecer todo de un tono mucho más vivo y fuerte? ¿Qué es la sal que en lugar de darnos salero produce que el contraste de los sabores sea aún mayor? ¿La manzana del pecado es ácida o es dulce? ¿Lo dulce representa la cuarta parte del ingrediente principal o es aún mucho menor? No hace falta más que una cuarta parte de azúcar para endulzarlo todo y transformar la fruta en mermelada. ¿Cuál es la proporción de azúcar que nos queda en nuestra situación analizada? ¿Cómo podemos aumentar o equilibrar la dulzura? ¿Estamos volcando demasiado azúcar, sal de sobras o bicarbonato a raudales? Quizás nos hemos pasado con el limón…

Una vez que tengas perfectamente identificado cada elemento y sus consonancias, lee la receta que describimos a continuación.

Toma la fruta o verdura que hayas elegido. Límpiala bien bajo un buen chorro de agua fría. Quítale la cáscara, si es necesario. Si se trata de tomates, es más fácil rallarlos y convertirlo en pulpa. Si son tomates cherry, tendrás que sumergirlos en agua caliente y luego en agua fría para retirarles la piel, porque los utilizarás enteros. Si la fruta tiene hueso, hay que retirarlo de cuajo y lo mismo es aconsejable con las pepitas. Si son uvas o cerezas, tranquilamente corta por la mitad cada una y retira la semilla o el hueso con todo el tiempo y la paciencia que sean necesarios para ello. Corta en dados la carne de la fruta si hace falta. No vamos a hacerlo ni con los tomates cherry, ni los granos de uva, o moras, por supuesto. La preparación del ingrediente principal toma su tiempo. Cuando ya lo tengas a punto mídelo con un elemento cotidiano como un vaso, una taza. Coloca todo en la olla. Calcula la cuarta parte y mide el azúcar, vuélcalo. Agrega la manzana rallada, el limón y la sal. El orden de estos factores no alterará el producto resultante. El bicarbonato se pondrá al final, cuando ya está casi todo cocido para que resalten los colores, sino el sabor sería un poco fuerte. Lleva la olla a fuego muy lento, lentísimo y comienza a remover despacio cada tres minutos al principio y más seguido cuando levante el hervor.

Para calcular el punto de una mermelada hay dos factores a tener en cuenta. El primero es que al dar vueltas con la cuchara se comenzará a ver el fondo de la cacerola. Y el segundo es dejar caer un poco de mermelada dentro de un vaso de agua a temperatura ambiente. Si la pulpa no se desintegra en el agua y se mantiene compacta, ha llegado el momento de agregar el bicarbonato y apagar el fuego. Una vez frío ya puedes guardarlo en un frasco en el frigorífico. El frío hace que todo dure más, también en las mermeladas. Pero el vacío, quitar el aire, ya alarga los tiempos considerablemente.

Ya hemos acabado con la receta. Puede que necesites volver a leerla un par de veces. Mientras lo hagas intenta comprender cómo se ha preparado tu mermelada personal del momento, esa situación que estamos intentando analizar de otra manera. El ingrediente básico ya no será la fruta o la verdura sino el elemento más importante del momento que estás observando. Transforma esta receta en cada uno de los factores que inciden en el momento. Y no olvides nuestro marco de trabajo: cada vez que te embargue la emoción, concéntrate en la respiración, abre bien los ojos, no los cierres ni por un instante porque estamos contemplando y observando. Por ello mismo no vamos a valorar ni positiva ni negativamente nada, lo cual nos restaría crédito como observadores.

¿Crees que ya conoces cada paso de la receta? Pues entonces vas a realizarla sin leerla. Tómalo como un reto personal, como un experimento, como una actividad diferente. ¿Te atreves?

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