La cocina del Tarot: La Papisa I


La Papisa: la cocina con alma

La Papisa nos espera en la cocina, sentada en un rincón con un café con leche nada cargado o una rica infusión endulzada con miel. El tiempo y la paciencia son sus distintivos. Nadie como ella para las recetas de mermeladas que requieren que estemos cerca de la olla removiendo tranquilamente, a fuego muy lento, escuchando la cocción y confiados en dar con el punto exacto de transformación de la fruta en confitura.

Si el estrés te está haciendo mella, si crees que no puedes parar y no lo haces por más que el cansancio se presente, si no te apetece mucho salir… pues la respuesta que buscas la tiene La Papisa.

Este es un momento que invita a encubar ideas, no gripes ni virus. Lo que sucede es que para hacerlo hace falta eso de lo cual justamente carecemos: tiempo. Por si todo esto fuera poco, no se trata de una receta infalible. No, nada implica que si regulamos y medimos bien el ingrediente del tiempo y lo sazonamos adecuadamente, el resultado será exquisito. No podemos saber cómo será el desenlace ni cuándo tendrá lugar. Esto es algo que sucede mucho con las mermeladas, justamente, y más aún con las jaleas. Pesas la fruta, su zumo, el azúcar, colocas cada ingrediente con mucho mimo a fuego lento y después de todo no queda en su punto exacto. Es que nos hace falta el cuidado especial de La Papisa.

En la imagen de la carta, La Papisa sostiene un libro. ¿Están escritas allí todas sus recetas? Pero no lo está leyendo. Parece que no lo necesita. Tal vez estaba leyendo y se ha detenido en un cierto punto, en la carta parece que lo señala con el dedo. A veces leemos algo que resulta un ancla en la que nos paramos. Ese áncora puede ser una palabra, una idea, una indicación, un recuerdo. Podemos leer una receta y que en ese instante nos venga a la memoria el momento en que otras mujeres, una amiga, nuestra madre o nuestra abuela, una hermana quizás, cocinaba y esa memoria nos lleva lejos, más lejos aún. La Papisa se deja llevar y se pone a observar. Ella simplemente contempla, sin que la risa, el llanto o la cólera o la culpa la alejen de su presente, de su aquí y ahora, de su respiración. El libro continua sobre su regazo.

Cada palabra la conduce a otras mil. Puede que se haya detenido a pensar sobre lo que acaba de leer, o se le haya ido el santo al cielo. No pasa nada, absolutamente nada. La actitud de La Papisa nos invita a contemplar ese momento, a respirarlo. No se trata de melancolía ni de recrearse en una emoción pasada, para nada. El modo de La Papisa invita a observar, seguir respirando y continuar atentos. No es aconsejable cortar el flujo del pensamiento. Tampoco embargarse de emoción. Si es un recuerdo que nos hace llorar, es necesario no cerrar los ojos, esforzarnos por mantenerlos bien abiertos y respirar, incluso contar la inspiración y la espiración, uno y dos. Este es el marco desde el cual vamos a trabajar, recuérdalo bien.

Continuaremos con una mermelada muy especial...

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