La cocina del Tarot IV: La Emperatriz


La Emperatriz en la cocina: ¡Alegría de vivir! Nuestro poder vital

La Emperatriz nos invita a entusiasmarnos porque el sol brillará al mediodía. Es amor por la alegría. Ella cree en la fuerza de la vida. ¿Cuándo fuiste realmente feliz por última vez? Cierra por un momento los ojos y recréate en aquel momento. Concéntrate en tu expresión, en la luz de tus ojos. Pasea mentalmente por tu cara como si de un mapa de la felicidad se tratara. Luego continúa incluso un poco más allá. Visita tu cuerpo. ¿Cuál era la sensación? ¿Era descanso? ¿O quizás una sensación más explosiva? Tal vez te sentías fuera de ti, exultante. ¿Chispeante sería la palabra más exacta? ¿O infinitamente serena, con una fe silenciosa en el futuro?

Sea como fuere, lo que sentiste en aquel momento, es tuyo al igual que su memoria. Y los recuerdos, terreno de La Emperatriz, existen para ponernos también alegres, no solamente melancólicos. La sonrisa de un recuerdo puede ser un abrazo invisible a esa alegría que a veces buscamos tanto, que necesitamos y que parece escaparse.

Desde hace cierto tiempo se estudian las emociones y sensaciones a nivel científico por si pudiéramos encontrar alguna explicación a aquello que no podemos controlar. Respuestas las hay para todos los gustos y no está de más informarse un poco. El centro de las emociones está ubicado en el sistema límbico cerebral. Éste es una de las partes más antiguas del cerebro y se desarrolló en ya hace millones de años en los anfibios y los reptiles. Se trata de un sistema formado por varias estructuras cerebrales que gestiona respuestas del cuerpo frente a los estímulos emocionales. Está relacionado con la memoria, la atención, los instintos sexuales, las emociones, la personalidad y la conducta. El sistema límbico interacciona muy velozmente, y sin la mediación de otras estructuras cerebrales superiores, con el sistema endocrino y el sistema nervioso autónomo. Así que ya nos podemos imaginar el recorrido de la felicidad en nuestro cuerpo. Las sustancias mensajeras que transmiten las sensaciones de felicidad de unas células nerviosas a otras se denomina endorfinas. Son las famosas endorfinas que se liberan al hacer deporte.

Al igual que las morfinas sintéticas, que se utilizan como anestésicos, estas sustancias producidas por el cerebro neutralizan también el dolor. Poseen propiedades que desencadenan la euforia y potencian la sensación de felicidad. Por desgracia, todos sabemos por experiencia que la alegría suele durar poco. Cuando tras una breve euforia vuelve a instaurarse la rutina emocional, entran en juego las enzimas, que desintegran las endorfinas en unos minutos. Y hay una buena razón para ello que radica en el cerebro. La alegría permanente es un tipo de estrés. Así que ese viaje de la felicidad es único como todas las aventuras. Nos quedan los recuerdos y su tímida sonrisa.

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