¿Cómo puedo escuchar mi voz interior con el I Ching?

Todos estamos de acuerdo en que los sueños son una manifestación de nuestro interior. Los sueños se manifiestan mediante un lenguaje simbólico que la mayoría de veces es propio y único de quien sueña. Cuando alguien nos menciona, por ejemplo, la palabra “casa” quien más quien menos y con algunas variaciones, se imagina la típica casita que ya dibujábamos cuando éramos pequeños. Eso que todos imaginamos es el símbolo de “casa” y no una casa en concreto. Si alguien nos muestra un dibujo de una casita de ese tipo, pensaremos en la idea de casa y luego la acomodaremos a nuestros criterios.

Lo que hace el I Ching es mostrarnos algo similar a ese dibujo, pero ya no de una casa sino de ideas más complejas. Con el I Ching podemos ver el símbolo de ideas como, por ejemplo, recibir o dar, esperar o darse prisa y en diferentes varias universales.

Ahora bien, de ahí a que un libro con símbolos y yo, quien consulta, conectemos a niveles personales hay un trecho. Sin embargo, es posible.

Quien desarrolló esta posibilidad de manera científica, identificándola y describiéndola fue el doctor Sheldrake, formado en botánica en Cambridge y con una experiencia internacional, allá por los años ochenta publicó una teoría sobre los campos morfogenéticos. Según esta idea cada cosa viviente está rodeada de energía. Así no sólo ocupamos un espacio físico, sino también uno energético. Esta energía no se ve afectada ni por la distancia ni por el tiempo. Esta no es una forma de energía localizada, es una energía que existe en todas partes y todo el tiempo. En psicología se han desarrollado terapias basadas en este tipo de sucesos mejor conocidas bajo el nombre de terapias Sistémicas.

En palabras del Dr Shladrake: “Cada tipo de molécula, cada proteína por ejemplo, tiene su propio campo mórfico -un campo de hemoglobina, un campo de insulina, etc. De igual manera cada tipo de cristal, cada tipo de organismo, cada tipo de instinto o patrón de comportamiento tiene su campo mórfico. Estos campos son los que ordenan la naturaleza. Hay muchos tipos de campos porque hay muchos tipos de cosas y patrones en la naturaleza...".

Uno de los tantos ejemplos citados por Sheldrake es el de los monos de la isla de Koshima, en Japón. Los científicos alimentaban a estos monos con boniatos sin lavar. Una hembra que respondía al nombre de Imo (casualmente significa “patata” en japonés), descubrió que lavando el tubérculo en el mar, además de perder la tierra que las rodeaba, tenían mejor sabor. Pronto todos los monos de la isla de Koshima aprendieron el truco. En el mismo momento que esto sucedía todos los monos de Japón y luego los de Asia, comenzaron a lavar sus boniatos, y ello a pesar de haberse evitado el contacto de los monos de Koshima con los del resto del país.

Estos campos morfogenéticos son la superficie intangible de energía sobre la cual nuestro inconsciente puede materializarse en una mancia de cualquier tipo, no solamente con el I Ching.

Para facilitar esta corriente de comunicación o de transmisión es importante no inundar el espacio de consulta con sonidos externos. Una consulta del I Ching se hace en un ambiente silencioso. Antes de tirar las monedas o elegir el hexagrama, nos concentramos. Para ello es necesario hacer una pequeña respiración y relajación de unos cinco minutos. Primero hacemos tres respiraciones profundas inspirando, llevando el aire a todos los rincones de nuestro cuerpo y espirando muy profundamente hasta quedarnos sin aire. Luego, sentados, continuamos inspirando y espirando mientras nos imaginamos que cada vez que inspiramos aire, también adquirimos amplios niveles de relajación que llevamos a una parte de nuestro cuerpo. Y cuando sacamos aire, nos quitamos tensión. Estos preparativos son necesarios para encausar nuestra concentración y para eliminar ruidos de todo tipo, externos e internos, que dificultarían en grado excesivo nuestra conexión morfogenética.

Luego hacemos nuestra pregunta. Por ejemplo: ¿Cuál es la mejor actitud para enfrentarme a mi desempleo? ; ¿Qué digo a X sobre la compra de la casa?; ¿Cuál es la mejor manera de pedirle un aumento a mi jefe”?; ¿Para qué me sirve este trabajo?; ¿Qué me aporta esta relación?; ¿Me conviene X?; etc.

Nunca pidamos más de una opción al I Ching porque crearemos respuestas confusas. La manera más sencilla de formular una pregunta es preguntando como si quisiéramos obtener un sí o un no. Por ejemplo, cada vez que pensamos en términos de si algo es mejor o peor, conviene hacer la pregunta con “Es conveniente o me conviene…” . Conveniente y bueno, no son dos términos equivalentes. Puede ser que el hecho de perder un trabajo, algo nada bueno, nos conduzca a encontrar otro mucho mejor en el que nos sentimos realizados y sí resulta conveniente.

Podemos preguntar por la manera de realizar algo, por su causa o por un objetivo empezando nuestra pregunta con un “cómo” o un “por qué” o un “qué”. ¿Cómo salgo de esta situación? ¿Cómo le digo a X que estoy harta de él o de ella sin hacerle daño? ¿Cómo puedo persuadir a X para que hagamos tal proyecto? ¿Cómo encuentro un mejor trabajo? ¿Qué puedo hacer para encontrar un mejor trabajo? ¿Por qué no encuentro un buen amigo? ¿Por qué no encuentro pareja? ¿Qué puedo hacer para encontrar pareja? Otras veces no sabemos cómo comunicar una noticia a alguien o cómo plantear un tema que nos parece espinoso, entonces podemos preguntarlo directamente: ¿Qué le digo a X?. Y cada vez que nuestra pregunta involucra a otra persona nos la hemos de imaginar mentalmente. Si pensamos en otra cosa u otra persona, la respuesta saldrá cruzada.

Muchas personas tienden a escribir su pregunta porque les ayuda a focalizarla, lo cual no suele ser una mala idea, pero depende de cada consultante.

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