La portada ha de comunicar. Es como alguien que llega a una fiesta multitudinaria. Los autores y editores queremos que cuando aparezca en la fiesta, la gente se dé la vuelta para mirar al recién llegado.
La portada ha de ser agradable y llamar la atención. Es obvio. Lo que es difícil es dar con lo que le llama la atención y resulta agradable a la gente. Esa gente no es cualquiera sino que se trata de tu público potencial. La portada ha de comunicar un espíritu y una historia. Si has escrito un libro sobre asesinatos, el hecho de que, por ejemplo, aparezca la cara de un bebé en la portada, puede provocar rechazo y muchos malentendidos. Pero si aparece un cuchillo con sangre, será diferente.
Cuando pensaba en la portada de este libro, me venía a la cabeza el color rojo. Es algo muy inconsciente. Luego, reflexionando sobre ello he llegado a la reconocer que, efectivamente, para mí el destino tiene una suerte de línea roja, muy delgada. Y un buen rojo en una portada, siempre resulta llamativo. ¿Qué color tendrá el destino para otras personas?
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