El nacimiento de este libro

Corría el verano del año 2000. Mi vida había dado un enorme vuelco. Yo trabajaba como pedagoga, me dedicaba a la didáctica y especialmente al uso de las Nuevas Tecnologías- como se llamaban por entonces las Ti o tecnologías de la información- y las aplicaciones en el ámbito de las clases. Por Google aparecen mis trabajos, libros y artículos. Investigaba, trabajaba en lo que me gustaba, estaba muy feliz. He dado clases de formación a todas las edades. Antes de aquel verano trabajaba con niños de primaria y profesores en un máster de la Universidad de Valladolid.

Y de la noche a la mañana todo se acabó. Suele sucederme en la vida. Es una cuestión plutoniana y saturniana. Los contratos acabaron y no se renovaron porque sino las diferentes organizaciones para las que trabajaba tenían que hacerme fija. Pero yo me enteré en 24 horas. Paseaba mi currículum y la respuesta era siempre la misma centrándose en el hecho de que tenía "demasiado currículum". Me sentía completamente desorientada. Y estaba muy triste, sumamente apenada, como cuando un Loco nos trae un Colgado. No tenía perspectivas de encontrar trabajo. Así que decidí que estuviera como estuviera cada día escribiría algo sobre el tarot, que era lo único que me daba fuerzas.

Mi preocupación ha sido siempre que el tarot sea entendido como lo que es: un instrumento de conocimiento. La gente suele aceptar o rechazar el aspecto adivinatorio sin saber que hay mucho, mucho más. Mi sueño era escribir algo que acercara el tarot a sus fuentes y a la gente. No desdeño ya la parte adivinatoria, es intrínseco al hombre la necesidad de saber qué puede acontecer.

Había trabajado mucho con cuentos y se me ocurrió aplicar dicha técnica a mi propósito. Recuerdo que lloraba y luego me ponía a escribir. Luego me sentía mejor, como siempre que escribo. Algunos cuentos se mostraban ante mí al cabo de una media hora y otros me costaban todo el día, obligándome a acostarme de madrugada agotada. A la mañana siguiente al amanecer ya estaba de pie. Y muchas veces llorando. Pero mi propósito era firme: una carta al día, un cuento al día.

Así nacieron esos cuentos. El acto creativo tiene siempre algo de mediúmnico, no hay creador que no insista en ello. Los griegos se referían al genio de manera muy diferente a como lo hacemos en la sociedad actual. El genio era como un "Loco" del tarot, un daimon que venía a visitarte. La labor del escritor, como del músico o de cualquier persona entregada a la creación humanista o científica, es escuchar y luego dar la mejor forma al mensaje. Pulir como si de una diamante se tratara. Yo conozco más las vicisitudes de escritores y cómo la gran mayoría se entrega incluso a una forma de ritual al ponerse a escribir. Las bondadosas musas nos visitan y nos susurran al oído algo. Fueron buenas conmigo. Luego me tocaba a mí sacar brillo a su mensaje.

Tomaba una carta de los arcanos mayores después de mezclar el mazo y de ponerlo boca abajo. Y entonces me quedaba sentada, respirando y observando la carta. Cuando escuchaba a las musas, escribía. Empezaba cada día con ejercicios de respiración. Viví en Japón y pasé tiempo en un monasterio zen, mi forma de meditar se acerca mucho a la aprendida allí. Basta con sentarse con la espalda muy recta, las orejas alineadas con los hombros, relajada, el mentón un poco hacia abajo y fijando la mirada a un ángulo de 45 grados. A ser posible frente a una pared blanca. En la pared ponía la carta. Y me dedicaba simplemente a respirar.

Cuando ya tenía todos los cuentos empecé a darle vueltas a la manera de presentar todo aquello. Me pasé unos tres años dándole vueltas hasta que llegó a su forma de hoy en día. Lo hice leer a diferentes tipos de lectores. A gente que no tenía ni idea de tarot, a gente que estaba contra el tarot, a gente que entendía mucho, a psicólogos, a lectores y no lectores. Les pedía que me contaran qué les había gustado, qué no les había gustado y qué les había interesado. Al principio el libro era más pedagógico y poco a poco se fue haciendo más reflexivo. Así ha llegado a ser lo que es. Ahora depende de los lectores.

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