Cambios

Cambiar, como si fuera tan fácil. ¿Y luego quién te dice que el cambio puede salir bien? A veces lo mejor es asegurarse. Otras veces, no hay que dudar en tirarse a la piscina. A lo mejor hay una manera intermedia que no duele tanto o no asusta tanto. Hay gente que siempre parece estar bien. ¿Será que a ellos les afecta menos? Seguramente no les afecta tanto o tal vez su vida transcurra como una balsa de aceite. El cambio, el cambio. No es lo mismo cambiar de novio a los 16 que acabar con una relación a los 45. No es igual perder tu trabajo a los 20 que a los 45. No es lo mismo que se te muera un ser querido a los 20 que a los 45. ¿Será cuestión de tiempo? A veces no tiene nada que ver con el tiempo. Si te enfermas en un país lejos de casa donde no hablas el idioma, no es lo mismo que en casa. Y si te enfermas en un país sin apenas asistencia sanitaria no es igual que si te sucede en un país donde todo está cubierto por un moderno y eficiente sistema sanitario. ¿Será cuestión de espacio, del lugar donde te toca esto o aquello?

¿Si una amistad en la que he invertido lo mejor de mise acaba, es diferente este final dependiendo de la edad o del lugar donde vivo o de las circunstancias?

Quizás no se trate tanto de circunstancias sino de lo que uno ha hecho. ¿Si hubiera procedido de otra manera, si hubiera hecho más o incluso menos, ¿sería diferente o me habría asegurado las cosas de otra manera?

Un cambio drástico puede hacernos sentir anclados y fuera del mundo al mismo

tiempo. Sabemos también que de alguna manera, cuando todo haya sido superado, seremos

más maduros. Mitras, nuestra fe y nuestros miedos están presentes.


2 comentarios:

M. J. Verdú dijo...

Querida Jimena:

¿Cómo quieres que no pase por tu blog con lo que yo te admiro?
Ahora mismo tengo cerca de mí a tu libro Los cuentos del destino y poder dejarte un comentario en tu espacio virtual es una forma de sentirme más cerca de él.
Respecto al post que has insertado tienes toda la razón. Siempre vemos el cambio como una amenaza, sobre todo, al principio, cuando, en realidad, cambiar forma parte de la esencia de la vida, en realidad, el cambio forma parte natural e integrante de nuestras vidas y lo único permanente en nuestra existencia es la existencia del cambio. No podemos hacer nada por evitarlo. Sin embargo, por orgullo, comodidad o inseguridad solemos aferrarnos, pero eso es un error, que nos hará sufrir. No será hasta que hayamos sabido gestionar ese sufrimiento de adaptación al cambio inevitable, que veremos las cosas claras y ampliaremos nuestras perspectivas. Es decir, habremos aprendido a entender algo nuevo y a integrar una valiosa lección en nuestras vidas.

Jimena Fernández Pinto dijo...

Querida María Jesús:

Muchas gracias por tus tan amables palabras. :-) Espero poder seguir aportando ideas y reflexiones y que te sigan alimentando para que nos enriquezcas con las tuya. :-)
Sí que hay cambios y los hay de muchos tipos.Pues sí... Tomando al hilo la ayuda que nos brinda la simbología del tarot, pues si nos fijamos en las cartas que implican cambio latente o efectivo tenemos el Mago, la Papisa,, los Enamorados, el carro, el Ermitaño, la Rueda, el Colgado, la XIII, la Torre, la Estrella, el Sol, el Juicio. Cambio y más cambio.
En nuestra cultura occidental no se nos alimenta mucho que digamos la cultura del cambio. Todo occidente se empeña en la eternidad y poco en el caos del que se huye. El demiurgo y el orden han ganado la partida. Por otra parte, hemos de considerar los tipos de cambio. UN cambio reflejado por el Colgado o la XIII es bien jodido y trae aparejado dolor y sufrimiento, es parte del proceso.
Los cambios consumen tiempo y espacio. Necesitamos ajustarnos a la nueva realidad y para ello las horas suelen parecer más de las que quisiéramos y el mundo se nos hace pequeño y extraño, unas veces, y demasiado grande y ajeno, otras. Pero hay otras maneras de pasar por lo mismo una vez que el mundo se nos ha caído a los pies y todo pierde sentido, estamos conmocionados al punto de no poder reaccionar. No sabemos qué hacer e intentamos salir delante de más de una manera, sin precisar el rumbo, sin una dirección clara ni una actitud concreta. Cuando nos damos cuenta de que nos chocamos a diestro y siniestro, nos imponemos a la fuerza como unos pequeños grandes dictadores. Entonces exigimos un cierto reconocimiento exterior, aunque con la boca pequeña, esperando unas reacciones determinadas que parecen no darse, mientras que las reacciones que sí se dan no las vemos porque tenemos la mente fija en lo que debe ser y no acaba de acontecer. El miedo es cada vez mayor, como si nos hubieran dejado dentro de un túnel negro sin salida, sin un resquicio de luz. Acumulamos tanta tensión que nuestras fieras internas acaban rebelándose y explotamos. Sea como fuere la mayoría de las veces tenemos la sensación de que se nos escapa algo, hay algo que no acabamos de atrapar.
Hay muchas maneras de responder frente a los cambios, cada uno tiene su camino para ello así como oportunidades para hacerlo cada vez mejor.
Me has hecho pensar más y profundizar un poco más aún. Gracias por tu ayuda :-) Me pongo ahora mismo con otra entrega del blog a este respecto.

Un muy fuerte abrazo de sol y otoño cálido

Jimena :-)