Encontrar el libro por el mundo
Mi cuento preferido
El cocinero real
Cada mañana, muy temprano mucho antes de comenzar su trabajo, el cocinero real se paseaba por el bosque y los huertos, llegaba hasta el mar, volvía por el sendero bordeado de jardines y entraba con paso lleno de regocijo en su cocina, no sin antes detenerse un par de minutos a respirar el cielo.
Elegía cada ingrediente personalmente. Ganaderos, agricultores, criadores y vinateros le consideraban persona de muy buen paladar y por lo tanto sabían que era exigente pues le habían visto rechazar un producto de muy buena calidad por no ser excelente. Se había hecho famoso cuando el rey había probado uno de sus platillos, un postre. Fue al final de un verano lluvioso, la tarde era fresca, la corte se aburría.
Melocotón a
Se toman cuatro melocotones blancos que se pelan con cuidado y colocan en una cacerola lo suficientemente profunda para cubrirles. En ella se echa muy despacio 750 ml de cava, 250 ml de agua, dos cucharadas de azúcar y un trozo de vaina de vainilla a gusto. Se deja todo sobre el fuego lento y suave para que se vaya cociendo muy despacio. Cuando hierva hay que controlar muy de cerca el punto de cocción ya que los melocotones deben quedar al dente por dentro y tiernos por fuera.
A parte se prepara la salsa para la cual se necesita frambuesas, nata y azúcar glas. Se tritura las frambuesas (a una media de seis a diez por comensal y melocotón) y a continuación se pasan por el chino. Con tres cucharadas de azúcar glas se monta la nata ligeramente (medio litro será suficiente), es importante no alcanzar el punto máximo de montura. Luego incorporamos el puré de frambuesas delicadamente. Dejar reposar en la nevera unos treinta minutos y luego sacar unos cinco minutos antes de servir para que se temple.
Se sirve en plato hondo colocando la salsa hasta que casi cubra la hendidura (con el melocotón luego no debe rebasar dicho límite), encima se pone la fruta cocida. Puede adornarse con un par de hojitas de menta sobre cada pieza de fruta.
A medida que saboreaba aquella delicia, cada cucharada le susurraba al monarca apaciblemente la armonía de la levedad. Cuando acabó no pudo repetir porque hay sabores y secretos que deben permanecer únicos. La avenencia de aquella dulce experiencia le embriagaba. Se dijo a sí mismo con melocotonera firmeza que aquel cocinero permanecería a su lado a pesar de las ácidas reticencias que ya presuponía en la reina.
El cocinero despertó en un palacio magnífico soñando aún con su antigua posada que recordaba con cariño. Pero no la echaba de menos, pues sus nuevas posibilidades le hechizaron piadosamente y con el hechizo creó encantamientos culinarios que siempre había soñado y hasta entonces no había podido hacer reales. Podía experimentar cuanto se le ocurría bajo la protección de aquel rey encantado. Podía llegar a la cima del arte y su cocina era un laboratorio alquímico del espíritu. Era lo máximo a lo que podía aspirar. La sensación de felicidad que le acompañaba y protegía no puede contarse, no por secreta sino por inabarcable. Aparentemente nada nuevo ocurría cada día, seguía trabajando, cocinando, mezclando, batiendo, sazonando. Él se sentía feliz. Todo plural y sosegado, tan tiernamente extraño y dulce. El cocinero real ya llevaba más de un lustro obsequiando regias experiencias, superándose a cada bocado, a cada plato. Era feliz y se sentía seguro.
Cuando llegaron de una corte del lejano oriente a visitar al rey, el cocinero se esmeró aún más. A los postres, la guerra ya había estallado musitadamente. No fueron los exquisitos manjares capaces de atenuar las insurgentes intrigas políticas, pero sucedió algo más grave aún.
Cuando preparaba los nuevos sabores para aquella corte, el cocinero tuvo ocasión de probar algunas especies y recetas que la comitiva oriental había traído consigo. Su paladar se asombró por primera vez en mucho tiempo y a cada amanecer el cocinero veía el horizonte y en el este adivinaba sensaciones que no podía evitar. Comenzó a contemplar su cocina, su propio reino, con melancolía. Al darse cuenta se sintió ingrato y despiadado para con su vida y su protector. Y aún más: para con su suerte.
El rey había adivinado el interés del cocinero y bien se ocupó de adularle más, de hacerle más regalos, entregarle más honores. Con cada uno de ellos aumentaba la amargura del gran chef.
No tientes la suerte, se decía el cocinero, no tientes la suerte. Decidió que aquella inconformidad injusta que crecía indomable dentro suyo se pasaría cuando los cocineros orientales se marcharan. Partieron. Empezó la guerra. No obstante, el cocinero real se había enamorado de sabores enemigos y bocados lejanos. Llevó su pasión en secreto pues no corrían tiempos para demostraciones exóticas. Inevitablemente su cocina se volvió cada día más dolorosa y más austera.
En su casa guardó un cofrecito de sándalo en el que aprisionaba una flor de tamarindo y en ella su corazón. Quizás algún día la abriera y tomara la flor para partir lejos.
Y si eres un mago...

Nadie es mago todo el rato, ni tonto todo el rato a menos que se lo hayan hecho creer muy firmemente.
¿Recuerdas cuál fue la última vez que te sacaste algo de la chistera y sorprendiste a alguien o a ti mismo? ¿Qué pasó la última vez que te sorprendiste?
¿Eres un mago?

El mago llegó a su escondrijo en el bosque. Había sido un día ajetreado, estaba cansado. Guardó la capa en al armario y la varita mágica en la caja de sándalo. A continuación se sentó en su gran sillón de pétalos de orquídeas, aquel que le regalaran las ninfas como agradecimiento por su ayuda. De aquello ya habían pasado muchos años, ya ni tan siquiera recordaba cuántos. Ahora le quedaba aquel asiento mullido que le abrazaba dulcemente. El olor tenue de las orquídeas lo relajaba. Se dedicó a respirar durante unos minutos para dejarse envolver por aquel perfume. Era realmente agradable.
- Tenemos hambre de comida y de una buena charla contigo- dijo Gluck el cantarín balanceándose feliz
- Sí, y además nos debías una cena, ¿eh?,- se reía Glas mientras reñía al viejo amigo.
- Es verdad, es verdad, tienes razón Glas. Pero resulta que hoy...- se rascaba la cabeza el Mago
- ¡Nada de disculpas!- le interrumpió Gluck, una cena entre amigos no es cosa poco importante
El Mago les sonrió mientras pensaba en qué podía hacer sin su varita mágica que ya estaba guardada. Y se le ocurrió que aquel era un buen momento para el conjuro de los colores, que no le exigiría mucha energía. Se dirigió a la despensa con cada uno de sus amigos en cada palma de la mano. Les sugirió que elegirían los alimentos que más les apetecían, pero con una condición: cada uno debería elegir alimentos de un único color.
Las vueltas del destino: Gonzalo Boyé
Cambios II
En la entrega anterior sobre el cambio, María Jesús me ha dejado un comentario sumamente inspirador. Me gustaría seguir reflexionando sobre este tema para observar qué nos cuenta el tarot al respecto.
Muchas veces en un cambio, sea como fuere, la mayoría de las veces tenemos la sensación de que se nos escapa algo, hay algo que no acabamos de atrapar.
Hay muchas maneras de responder frente a los cambios, cada uno tiene su camino para ello así como oportunidades para hacerlo cada vez mejor. Hay quien racionaliza cuanto ha sucedido; hay quien llora y llora sin parar hasta que las lágrimas se le acaban; hay quien busca la simpatía de los demás, hay quien la rechaza, hay quien se esconde, hay quien lo celebra. Y hay quienes, como yo, investigamos sobre el tema. Y hay muchas maneras más, todas humanas.
Lo hagamos como lo hagamos no podemos negar que se trata de un proceso. A veces resulta más largo de lo que deseamos, puede que sea muy corto e intenso como una eternidad. Ya es muy conocido este proceso y más desde que la doctora Kübler Ross identificó los estadios en los que suelen mayoritariamente presentarse, aunque no siempre en el mismo orden. Primero no nos sentimos muy capaces de reaccionar, desde congelarnos a petrificarnos todas las variantes son admisibles. Intentamos negar lo que está sucediendo y por más evidente que sea nos repetimos que no puede ser, hay algo que está ocurriendo pero es un mal sueño. Hasta que la realidad se impone y nos enfadamos. Entonces nos preguntamos porqué nos toca a nosotros, qué hemos hecho para merecerlo, qué hemos hecho mal, porqué merecemos este castigo. Estamos muy enfadadazos, molestos y también con nosotros mismos porque si no hubiéramos hecho esto o aquello quizás ahora sería diferente. La culpa tiene que ser de alguien. Y pedimos perdón, quizás si pedimos perdón sinceramente nos quitan el castigo. O si prometemos algo, podremos ganar tiempo o salvarnos. Pero a veces esto no funciona. Y cuando creemos que lo hemos probado todo y ya no queda nada más por hacer, lo inevitable se nos hace visible en todo su esplendor. Lo inevitable está aquí, conmigo. No hay salida. Y un día nos damos cuenta de que seguimos vivos y que es mejor adaptarse, que pueden haber otras salidas y empezamos a buscarlas. Comenzamos, entonces, a buscar alternativas y soluciones.
La doctora Kübler Ross llegó a estas conclusiones mientras trabajaba como médico y acompañaba a enfermos muy graves y sus familiares, personas expuestas a cambios difíciles de parir y gestionar, algunas de ellas, casi todas en realidad, enfrentadas la hecho de que su muerte estaba muy cercana siendo aún jóvenes. Se dedicó simplemente a observar lo que sucedía. Cada persona reacciona de una manera diferente, por supuesto. Pero ella anotó ciertos arquetipos, ciertas coincidencias que fue notando año tras año, persona tras persona. Y lo que ella en un principio se identificó como fases del duelo, hoy en día también se aplica como fases de los cambios. Pueden desarrollarse de manera más profunda o menos, más drástica o menos, más dolorosa o menos, pero al fin y al cabo parece que la esencia de todo ello se puede analizar en esos estados.
Es interesante observar que entre los arcanos del tarot hay muchas cartas que implican cambios y cada una hace referencia a un tipo diferente. De los 22 arcanos, seis de ellos se refieren directamente a procesos de cambio y otros tantos de manera indirecta. Si alguien cree que la vida es cambio, en el tarot se confirma esta idea una vez más.
Los cuidados del alma

Mi buen amigo, siendo ateniense, de la ciudad más grande y prestigiosa en sabiduría y poder, ¿no te avergüenzas de preocuparte de cómo tendrás las mayores riquezas y la mayor fama y los mayores honores, y en cambio no te preocupas ni te interesas por la inteligencia, la verdad y por cómo tu alma va a ser lo mejor posible?
Platón: Diálogos, vol 1 Apología, escrito durante los años 393 a. C. – 389 a.C.
El libro no se encuentra en algunos países
Cambios
Cambiar, como si fuera tan fácil. ¿Y luego quién te dice que el cambio puede salir bien? A veces lo mejor es asegurarse. Otras veces, no hay que dudar en tirarse a la piscina. A lo mejor hay una manera intermedia que no duele tanto o no asusta tanto. Hay gente que siempre parece estar bien. ¿Será que a ellos les afecta menos? Seguramente no les afecta tanto o tal vez su vida transcurra como una balsa de aceite. El cambio, el cambio. No es lo mismo cambiar de novio a los 16 que acabar con una relación a los 45. No es igual perder tu trabajo a los 20 que a los 45. No es lo mismo que se te muera un ser querido a los 20 que a los 45. ¿Será cuestión de tiempo? A veces no tiene nada que ver con el tiempo. Si te enfermas en un país lejos de casa donde no hablas el idioma, no es lo mismo que en casa. Y si te enfermas en un país sin apenas asistencia sanitaria no es igual que si te sucede en un país donde todo está cubierto por un moderno y eficiente sistema sanitario. ¿Será cuestión de espacio, del lugar donde te toca esto o aquello?
¿Si una amistad en la que he invertido lo mejor de mise acaba, es diferente este final dependiendo de la edad o del lugar donde vivo o de las circunstancias?
Quizás no se trate tanto de circunstancias sino de lo que uno ha hecho. ¿Si hubiera procedido de otra manera, si hubiera hecho más o incluso menos, ¿sería diferente o me habría asegurado las cosas de otra manera?
Un cambio drástico puede hacernos sentir anclados y fuera del mundo al mismo
tiempo. Sabemos también que de alguna manera, cuando todo haya sido superado, seremos
más maduros. Mitras, nuestra fe y nuestros miedos están presentes.
Preguntas y respuestas
¿Cuántas preguntas nos hacemos desde la mañana a la noche que tienen una respuesta clara? ¿Y cuántas reciben una solución? ¿Podemos darle un espacio a las preguntas sin respuesta? ¿En dicho caso serían válidas?
Empecemos precisamente por éstas últimas. Hay preguntas con respuestas establecidas. Son claras, sencillas, no dan lugar a dudas. Son simples como : “Está nublado, ¿llevo el paraguas?”; “Quiero hacer dieta, ¿me tomo una pieza de fruta o un croissant?”; “¿Tomo el autobús o el metro que me lleva al trabajo o cualquier otro transporte que me lleve a cualquier otro lugar?” Ahora imaginemos que contestamos a estas simples cuestiones en un día en el que nos sentimos bien. ¿Y si lo hiciéramos a la mañana siguiente de un gran disgusto? ¿Qué variantes se presentarían en un día en el que nos sentimos totalmente destruidos? ¿Las respuestas serían siempre las mismas en cualquiera de los casos? ¿Incluso si nos las confesáramos en voz muy baja y en secreto? ¿Le daríamos una patada al paraguas aunque lloviera a mares? ¿Nos olvidaríamos de cogerlo antes de salir de casa? ¿Saldríamos?
Continuemos sobre este hilo de pensamiento para ampliar nuestra visión y acercarnos a otras posibilidades. Imaginemos que las preguntas son algo más complejas (más por su expresión que por las respuestas que puedan generar). Entonces nos encontraríamos con cuestionamientos del tipo: “¿A dónde me lleva sufrir tanto?”; “¿Por qué no puedo decir que no?”; “¿Para qué antepongo siempre el deber a mis necesidades más elementales?”; “¿Qué obtengo al anteponer continuamente las necesidades de los demás a las mías?” La lista puede ser interminable. Pueden ser tantas preguntas como hojas hay en un solo árbol. Se trata de preguntas tan humanas y tan antiguas como los bosques.
La ventaja de las hadas y tantos otros seres o cuanto representan es que se comunican con lo mágico. Si el ser humano ha sido capaz de crear figuras como las hadas u otros personajes similares en diferentes culturas a lo largo y ancho de los siglos, rindámonos a la evidencia. De alguna manera necesitamos el componente mágico, lo simbólico, que al fin y al cabo no ha dejado de acompañarnos desde el que el hombre es hombre. Los personajes pueden ser dioses, semidioses, hadas, nereidas, gnomos, luces o platillos voladores. Podemos creer o no creer en ellos, pero no podemos negar su importancia sea como seres creados por el hombre para llenar sus horas de ocio o de vacío, sea como parte de algo que está en un más allá, un más allá de nosotros como seres racionales, conscientes y pensantes o como una realidad con sus propias características (se trate de una realidad que podamos considerar externa o puramente interna). Todo esto me hace recordar en estos momentos una de las tantas citas que tengo atesoradas de Carl Gustav Jung:
La primera frase
Destino y escribir

Esta es la explicación que me doy a mí misma. Es uno de los argumentos secretos con los que intento animarme. Si siento en el pecho un dolor que no se va, que, pongámos por caso, me llena de ganas de escribir una novela, pienso que ese dolor es importante y que tengo que escribir, porque existe la posibilidad de que el futuro se encuentre a nuestro alrededor (...), y ese dolor significa que me estoy acercando a un destino que debo seguir. Es decir, la orden de trabajar puede proceder de un arcángel y he de obedecerla, con la misma celeridad con que uno obedece a un jefe enfadado o a un marido nervioso.
El nacimiento de este libro
Una cita de la filósofa María Zambrano

Las portadas 3

Ésta portada fue una de las propuestas de la editorial.

Las portadas 2

Las portadas 1
Otra reseña
LUNES 7 DE SEPTIEMBRE DE 2009
Un libro sobre Tarot: "Los Cuentos del Destino", por Jimena Fernández Pinto


Reseña
La siguiente reseña apareció a principios de agosto de 2009, poco tiempo después de que el libro saliera a la luz. Se encuentra en http://auroradiaz.typepad.com/t/
Los Cuentos del Destino
Autora: Jimena Fernández Pinto
Ediciones Obelisco
ISBN: 978-84-9777-562-5
Dice la autora: "Cuentos para leer e imaginar, para cerrar los ojos y viajar hacia... Paisajes propios donde anidan nuestros sueños. Imágenes para soñar despiertos."
Yo añado, es un libro para despertar la conciencia. Además, puede convertirse en un libro de cabecera, como un amigo cercano que podemos visitar cuando se nos antoje abrirle un espacio a la imaginación creativa, o simplemente cuando deseemos reflexionar. Estos cuentos tienen capas que hay que ir develando. Es que la protagonista se me antoja como un tipo de Sacerdotisa misteriosa, que te dice, y no te dice todo. Algunos cuentos los leo más de 2 veces, descubriendo siempre una nueva vertiente que no había visto antes.
Lo leo de a poco, un cuento por noche.Voy por La Rueda de la Fortuna. En mi opinión, hay que bebérselo a sorbos, pues todos los cuentos invitan a la mirada interna, esto implica un proceso. Mirarnos, no se nos hace fácil a la mayoría de los mortales. Sin embargo, el estilo de la autora es genial en ese sentido de provocar la reflexión. Es un estilo refrescante, lleno de colorido, chispeante. Humaniza los Arcanos. Acercándolos tanto, que los escucho susurrar en mis oídos. Envuelve al lector en una historia llena de detalles, luego, al final de la historia, te lleva a la reflexión sin que te des por aludido. Una reflexión práctica, accesible; divorciada del dogma y los estereotipos, totalmente desnuda del rigor filosófico y didáctico de los textos formales de tarot. Al leer los cuentos, los Arcanos surjen del interior de uno mismo- como debe ser. y sin darnos cuenta, los tenemos frente a frente. Este es uno de los puntos más fuertes del libro. Y ese es el encanto de, Los Cuentos del Destino.
La autora comienza el libro narrando su propia vida,desde que nace; que podría ser la historia tuya o la mía. Dice que nace con una maldición. Cada cumpleaños su abuela le cuenta un cuento, que según la autora, son tan antiguos que nadie puede rastrear de donde surgieron. En definitiva, narra la historia tuya o la mía; o la de cualquier ser humano que nazca, crezca, se desarrolle y trascienda. Metafóricamente, el viaje de los 22 Arcanos, es el nuestro. Ese es el tema central de Los Cuentos del Destino.
Todos los años la abuela le narra un cuento relacionado a uno de los Arcanos Mayores; ilustrándola y señalándole el camino del héroe. El elemento del camino es sutil, no explícito; es el telón de fondo que le da coherencia al libro. El camino del héroe es como una flor que se va abriendo poco a poco mientras lees los cuentos.
Fue fácil involucrarme con la lectura, pues el personaje de la abuela me hipnotizó. Sus cuentos me fueron enredando en una madeja sabia pero refrescante. Las abuelas son un baúl de historias y de sabiduría. También de secretos y misterios que no se le pueden decir a nadie, según ellas; pero luego uno termina enterándose por una indiscreción de alguien, o de ellas mismas. Que lo digan todos los que han tenido la dicha de contar con una abuelita que les hacía historias de los tiempos de antaño, de personajes de pueblo, de familiares ya muertos, etc... A través de los cuentos, la abuela inspira a la nieta a crear su propio destino.
Aún no he terminado de leer todo el libro. Prometo añadir unas palabras a este escrito, al concluir su primera lectura.
Mientras, te invito a que adquieras Los Cuentos del Destino, y lo leas sin prisa, saboréandolos. Si eres tarotista, te darás un banquete exquisito. Como yo, acariciarás el libro todas las noches antes de cerrar tus ojos con una sonrisa en tus labios, y los Arcanos más cerca que nunca de tu corazón. Y si no sabes nada de Tarot, te sentirás impulsado a comprar un mazo y perderte en sus profundidades para siempre.
Gracias por tu visita. Si gustas,déjame tus comentarios.
Aurora
Mi equipo A
Publicar este libro
Mi editorial
¿De qué trata?

Los cuentos del destino son relatos para curiosos que buscan inspiración y cobijo en la tradición espiritual de Occidente. También son la historia de una bruja y la maldición que pende sobre ella, además de un motor de autoconocimiento y reflexión, un impulso para desarrollar la voz interior y nuestros tesoros más ocultos.
En cada capítulo se presenta un cuento simbólico basado en una carta del tarot que proviene de una antigua tradición familiar. No es un libro que enseñe a tirar las cartas, sino a encontrar sus múltiples significados, así como la manera en que dichas interpretaciones pueden ayudarnos en nuestro quehacer cotidiano, acomodándolas a nuestras propias necesidades, un material que invita a la reflexión a partir de los temas universales representados por las cartas y los arcanos. Y mientras se desvelan numerosos misterios, una bruja sigue su largo peregrinar por éste y otros mundos.
Las primeras líneas del libro
Bienvenidos
.jpg)
24 comentarios: